Solidaridad con Alvaro¡¡¡

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viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Al borde del estallido social?

Contra lo que pudiera imaginarse, dos guerrillas mexicanas rechazan que estén maduros los tiempos en México para un estallido social. Y no es que de repente el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) se hayan vuelto pacifistas, sino que su análisis de la actual coyuntura indica que, de darse expresiones de hartazgo popular, éstas no serían producto de la organización revolucionaria del pueblo, sino manifestaciones de inconformidad caóticas, y, por lo mismo, vulnerables.
Es común estos días escuchar en el país que la inconformidad social "es tanta", que el siguiente paso es la revolución. Sobre todo estando en puerta el año 2010, fecha de Bicentenario y Centenario. Aun así, los guerrilleros -los elementos más radicales de la izquierda- dicen: "calma... esto no está maduro".
Por el contrario, apelar al estallido social les parece una coartada gubernamental para justificar la represión.
El EPR, en su órgano de difusión El Insurgente # 121, correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 2009, presenta un artículo titulado "El estallido social como chantaje político", en el que el grupo dice que ve que aun cuando están dadas las condiciones objetivas (pobreza, conflictividad social, indignación ciudadana, represión, autoritarismo) y subjetivas (la existencia de un movimiento revolucionario), este segundo punto no está suficientemente consolidado.
Se infiere que, para ellos, la unidad del pueblo y la vanguardia que dirija la revolución no están maduros. Un estallido social en este momento, según esto, sería insurreccional, rebelde, pero caótico y sin dirección, y, por ende, débil en lo estratégico y táctico.
A su vez, las FARP, en su órgano de difusión "Verde Olivo", número 19, correspondiente al mes de octubre -al igual que el EPR-, toma en cuenta la tensión social vivida en México durante los últimos meses en el país, sobre todo tras la liquidación de Luz y Fuerza del Centro, pero no se muestran particularmente entusiasmados con la posibilidad de un alzamiento.
Reconocen el clima de inquietud social: "la serie de condiciones sociales, políticas y económicas que presenta la realidad en la actualidad; ponen de relieve la gran posibilidad de que surja un movimiento social de alcances nacionales. (...). No es de extrañarse que esto suceda en la actualidad, es cierto, subjetivamente no hay condiciones; el grado de desarrollo, de articulación y estructuración de las fuerzas de izquierda y progresistas de nuestro país es precario".
Llama la atención que mientras grupos urbanos, estudiantiles y de trabajadores en muchas partes del país sienten el vértigo "de que algo va a pasar", paradójicamente los guerrilleros profesionales no lo ven así y llaman a la meditada y científica organización popular.
Quizá por distintas razones, los partidarios de la democracia electoral y de las salidas negociadas también tendrían que hacer un llamado a la mesura y evitar la trampa de la polarización política, para bajarle la temperatura política al país y evitar que las pasiones políticas se desborden, sin haber agotado todos los caminos del diálogo y la negociación.
Los violentos, los radicales, los dispuestos a destruir todo para levantar "su" mundo justo, tendrían qué convencernos primero de las bondades de su proyecto de nación y contrastarlo con el de los demás, antes que estar pensando en idealistas jornadas de lucha revolucionaria armada.
Como reza el refranero mexicano: "No es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar" o "hay que tener cuidado con lo que deseas porque se te puede conceder".

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